LA EXTINTA Y ABANDONADA CULTURA CIUDADANA

LA EXTINTA Y ABANDONADA CULTURA CIUDADANA

Por: Juan Carlos Niño Niño Un viejo Land Rover en Maní (Casanare) disminuye la velocidad, y se detiene unos centímetros antes de la cebra, cuando recién el semáforo ha pasado de verde a amarillo, y en cuestión de segundos registra el impasible y absoluto rojo del “Pare”. La común escena es el reflejo del tremendo

Por: Juan Carlos Niño Niño

Un viejo Land Rover en Maní (Casanare) disminuye la velocidad, y se detiene unos centímetros antes de la cebra, cuando recién el semáforo ha pasado de verde a amarillo, y en cuestión de segundos registra el impasible y absoluto rojo del “Pare”.

La común escena es el reflejo del tremendo impacto que tuvo en el País la campaña de no invadir la cebra, que promovió hace casi treinta años el genial Acalde de Bogotá Antanas Mockus, en una metrópolis que sucumbía a la intolerancia y la barbarie, en donde el peatón era lo de menos y la regla por excelencia era “sálvese quien pueda”, por lo que nadie sensato podría pensar que este infierno de “Dante” tendría solución.

La salida fue encontrada por un hombre con ascendencia lituana, matemático, filósofo, político -Mockus- quien, al llegar al segundo cargo más importante del País, planteó la viabilidad de “cambios voluntarios de comportamientos colectivos”, transformando entonces la cultura de Bogotá, y de paso la de toda una Nación.

En una tarde de los noventa, salí del Museo Nacional y descendí a la carrera 7, pero al intentar cruzar al frente, donde queda el Centro Internacional, una buseta frenó bruscamente sobre la cebra, y con mis ínfulas de policía cívico no dudé en gritarle al conductor: ¡Todos ponemos! -el lema de la campaña del Alcalde Mockus- a lo que este frunció el ceño pero a la vez sonrió, y sin mirarme retrocedió hasta dejar despejada la cebra, siendo una acción inesperada de los agresivos conductores de busetas, y a quienes se les atribuía gran parte del caos de la ciudad.

Y debo confesar que también aprendí de “Todos ponemos”, porque tenía la costumbre de no pasar por la cebra sino por cualquier lado de la calle, pero fue santo remedio que uno de los mimos de Mockus me siguiera, remedara mi “cabizbajo y melancólico andar” -en medio de las risas de la gente- y me amonestara con un ensordecedor pito amarillo, y ni que decir cuando también intenté pasar la calle para ahorrarme el cruce del puente peatonal, cuando uno de los pregoneros de Antanas, con megáfono en mano, me conminó a corregir ese comportamiento.

El legado de Mockus es tan bueno que por sí solo tiende a sobrevivir, aunque lamentablemente va a desaparecer, ante la indiferencia de mandatarios distritales -como del resto del País- que nunca le dieron continuidad a una política pública de valores y comportamientos ciudadanos, porque no la entendieron, sintieron rivalidad con el brillante matemático o cegados por la ambición se dedicaron a multimillonarias obras de concretos, en un momento en donde los vehículos están nuevamente invadiendo la cebra, o los peatones reinciden en  cambiar de acera por cualquier lado de la calle.

El respeto por la cebra, el pico y placa, la inolvidable tarjeta amarilla,  la hora zanahoria, o incluso la sugerencia de “beber con responsabilidad”, eran sin duda una transformación cultural no solo de una ciudad sino la de un País entero, tan necesario en la lucha contra corrupción o en la misma reconciliación nacional, porque un mandatario -incluso el entrante Presidente Petro- debe entender que una buena administración no se mide por la cantidad de obras, ni por la cantidad de subsidios que reparta a la población, sino por la filosofía o concepción de la misma, que sea capaz de incidir en las entrantes generaciones.

Es sorprendente como cualquier Alcalde esgrime con orgullo la entrega de computadores a un colegio, la dotación de un centro de salud o  la construcción de una obra, cuando esas son tareas técnicas, casi rutinarias, que no tienen ninguna ciencia ni ningún mérito, mientras que un mandatario está llamado a una tarea a gran escala, universal, trascedente, como cuando los estadounidenses se pusieron de acuerdo en el Siglo IXX a fundar una gran Nación, o los japoneses se convirtieron en una potencia mundial industrial, una vez pasaron el trago amargo de la Segunda Guerra Mundial.

La cercanía de Mockus con el Presidente Petro, se debe convertir en una oportunidad excepcional, para que el Estado retome una política pública de construcción de Cultura Ciudadana, que debe ser consignada en los lineamientos del próximo Plan Nacional de Desarrollo, y que se debe “replicar” en los planes de desarrollo territorial, siendo ésta la estrategia para consolidar el resto de políticas públicas, porque nada funciona si no contamos con ciudadanos honestos y comprometidos con el bienestar social.

Coletilla: En los ochenta, se tuvo el acierto -por gestión del dirigente Getulio Vargas Barón (QEPD) ante el Gobierno Nacional- en construir el Parque Infantil de Tránsito de Yopal: un escenario de singular belleza con diminutas vías pavimentadas y semáforos en funcionamiento -único en el País- que nunca se ha utilizado para formar ciudadanos respetuosos de las normas de tránsito, sino que se ha destinado para oficinas o arrendar para restaurantes.

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