Cuando cae la noche sobre la frontera de Cúcuta, a pocos pasos de los puentes internacionales que llevan a Venezuela, se activa un “negocio” que en la luz del día no se ve con frecuenta: la explotación sexual. En la oscuridad, y con un pedazo de cartón que compraron en una tienda, varias mujeres venezolanas
Cuando cae la noche sobre la frontera de Cúcuta, a pocos pasos de los puentes internacionales que llevan a Venezuela, se activa un “negocio” que en la luz del día no se ve con frecuenta: la explotación sexual.
En la oscuridad, y con un pedazo de cartón que compraron en una tienda, varias mujeres venezolanas tratan de descansar su cuerpo luego de pasar un intenso día en las calles, incluso, sin probar un bocado de comida.
No obstante, ese mismo cuerpo será utilizado en horas de la madrugada como una “herramienta de trabajo”, pues las redes de trata de personas, sin ningún tipo de escrúpulo, se aprovechan de su hambre para conseguir dinero y cambiar sexo por comida.
En esta historia, las protagonistas son las adolescentes extranjeras que cruzan los fangosos terrenos de la trocha para buscar algo de comer.
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