¡EL COLOR DE LA VIDA!

¡EL COLOR DE LA VIDA!

“Una vida sin salud es como un río sin agua” Maxime Lagacè Por: Nelsfomo Nadie sabe que es estar bien hasta que se enferma, cuando no tenemos ninguna dolencia en el cuerpo todo marcha bien, tanto que ni siquiera nos importa cuidarnos para seguir así. Por ahí dicen que la “salud vale oro” pero desafortunadamente

“Una vida sin salud es como un río sin agua” Maxime Lagacè

Por: Nelsfomo

Nadie sabe que es estar bien hasta que se enferma, cuando no tenemos ninguna dolencia en el cuerpo todo marcha bien, tanto que ni siquiera nos importa cuidarnos para seguir así. Por ahí dicen que la “salud vale oro” pero desafortunadamente la empezamos a valorar cuando la hemos perdido y es entonces cuando nos planteamos que deberíamos haber hecho cualquier cosa para preservarla. Una enfermedad es lo que nos hace detenernos un momento en la vida y quizás por primera vez pensar que somos mortales. El término enfermedad viene del latín Infirmitas, que significa “falto de firmeza” conllevando esto a la alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas que se manifiesta por diversos signos y características.

La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de interacciones medio ambientales y sociales así como diversas causas, tanto internas como externas, secuelas de nuestras acciones en la vida, descuidos en la alimentación, posiciones no adecuadas para diversos trabajos, fuerzas desmedidas, trasnochadas, exposiciones a diversos agentes químicos entre otros, cuyo efecto negativo es consecuencia de una alteración estructural o funcional de un órgano a cualquier nivel.  Para poder denominar una enfermedad es necesario especificar la parte del cuerpo afectada, seguido de un sufijo (raíz o tema de una palabra) que indica la etiopatogenia (origen o causa del desarrollo de una patología) del problema de salud, ejemplo Artrosis: articulación (estructura anatómica lesionada) + osis (indica proceso degenerativo) otras llevan el nombre de quien la descubrió por primera vez, son los denominados epónimos, ejemplo la enfermedad de Alzheimer o Parkinson.

Siempre vamos por la vida como “locos” marchando como un reloj porque nuestros padres y la sociedad nos enseñaron que descansar es perder el tiempo.  Todo en la vida tiene su tiempo y su propio ritmo, así como un carro sin combustible no funciona y es necesario apagarlo para dejar que el motor se refrigere, algo parecido sucede con los humanos. Una manera de organizar esa falta de armonía interna es dejando que el organismo reaccione frente a una modificación de la energía. El desayuno (la alimentación balanceada) es el combustible más importante, es la energía que se le inyecta al organismo para iniciar el día, pero a veces la premura es más importante que detenernos 10 minutos a recargar baterías.

Es ahí cuando el organismo se empieza a cansar y nos empieza a enviar pequeñas señales, pero las ignoramos porque no marcan una gran diferencia, un pequeño dolor, una pequeña molestia, y cuando estas se vuelven más grandes, la evolución es más previsible y nos someten es cuando aceptamos estar enfermos y buscar ayuda, estamos incluso dispuestos hacer lo que sea, buscando tratamientos efectivos, por costosos que sean, a veces lamentablemente es tarde, porque nos pueden llevar a la muerte o  dejarnos con resultados irreversibles.

Vemos las enfermedades como un castigo, una maldición, cuando no debemos odiarlas sino abrazarlas con amor y aceptarlas. Pero ¿Cómo aceptar o amar aquello que nos está matando? La aprobación es el paso más importante que se debe hacer cuando enfermamos, es admitir que la “embarramos” con nosotros mismos debido a nuestros malos hábitos que amenazan constantemente nuestra vida y comprender que la mejor manera de derrotar la enfermedad es seguir los tratamientos médicos, responsabilizándonos por nuestros cuidados, vigilando nuestra salud, no podemos victimizarnos ni crear sentimientos de culpabilidad y crear un ambiente de aceptación, vigilar cuanta “basura emocional” guardamos y eliminarla, no enojarnos con el padecimiento y lo más importante tener ganas de vivir porque de no ser así nos afecta mentalmente y es ahí cuando todo tiende a empeorar.

Si no puede con su enemigo, únase a él. Por lo general todas las enfermedades nos traen una enseñanza de vida, solo que estamos tan enojados que no somos capaces de verlas, muchas de ellas terminan transformando completamente la vida de quien la sufre o de sus familiares.  Es difícil vivir o convivir con un padecimiento, pero en muchos casos ese problema se termina convirtiendo en una forma de vida. Todo depende de la actitud positiva y de como usted encara sus problemas. Muchas personas que han nacido con enfermedades degenerativas enfrentan la vida con tanta pasión que las dolencias de las que a veces uno se queja no son nada con respecto a lo que ellos se tienen que enfrentar y ese es el caso de nuestro personaje de hoy, quien nos dará una verdadera lección de vida.

Maud Lewis, de nacimiento Maud Dowley, (nació en South Ohio el 7 de marzo de 1903 y el 30 de julio de 1970 partió de este mundo dejándonos un mundo lleno de colores) fue una de las pintoras canadiense de arte folclórico más conocida. Estaba condenada de antemano por la implacable artritis reumatoide desde el fin de su adolescencia, que lentamente le deformaría las manos, las piernas y la espalda, convirtiéndola en una fotografía de la desdicha, una lisiada de rasgos cercanos a la fealdad, iluminados por una conmovedora sonrisa de inocencia. Paso pocos años en las aulas, el bullying fue despiadado, la crueldad sin límite de los niños es imparable frente al distinto, crueldad que no fue diferente en su familia.

En 1935 murió su padre y dos años después su madre, para la época era habitual que su hermano heredara la vivienda familiar, luego de vivir un tiempo con él su hermano vendió la casa paterna, y el desamparo la empujo a vivir con su tía Ida, que no era precisamente un ángel de bondad, quien le arrebató su único hijo y lo vendió a una familia vecina y le hizo creer a Maudie que el bebé había nacido deforme y había muerto a las pocas horas. Gracias a la influencia de su madre Maudie se introdujo en el mundo del arte, quien le había enseñado a utilizar la pintura de acuarela y comenzó su carrera artística vendiendo tarjetas de navidad pintadas.

A finales de diciembre de 1937 lee un anuncio en varias vidrieras: “Se busca mujer para limpieza con residencia incluida para un hombre de cuarenta años”. El hombre es Everett Lewis, un vendedor ambulante de pescado. Tosco, huraño, de mínima instrucción y menos palabras. Vive en una pequeña casa de madera de escasos doce metros cuadrados, sin electricidad y sin vecinos a la redonda. La casucha tiene una sola cama y deben compartirla. Everett llega a decirle que antes le haría el amor a un árbol, pero Maudie se enamora de ese troglodita con el que convive día y noche y le pide que se case con ella. Unas semanas más tarde, contrajeron matrimonio. Vivieron la mayoría de su vida en la pequeña casa, que le serviría también a lo largo de su vida como estudio de trabajo.

Maudie fue una artista muy prolífica que pintó en casi todas las superficies disponibles de su pequeña casa: paredes, puertas, ventanas e incluso la estufa. Cubrió completamente el papel pintado de las paredes de su casa con tallos, hojas y flores. Everett la animó a pintar y le compró su primer conjunto de óleos. Empleaba colores brillantes en sus pinturas y los dibujos a menudo eran flores, cuadrillas de bueyes, caballos, pájaros, ciervos o gatos. Muchos de sus cuadros son escenas al aire libre, como barcos navegando, caballos tirando trineos, patinadores en el hielo o retratos de animales. Sus pinturas se inspiraban en sus recuerdos infantiles de los paisajes y la gente de Yarmouth, Ohio de Sur entre otros lugares.

La mayoría de sus cuadros son de dimensiones bastante reducidas, normalmente no más de 20 x 25 centímetros, aunque se sabe que realizó al menos cinco que medían más de 60 centímetros. Pero la artritis, asesina silenciosa, seguía su trabajo. Las deformidades de Maudie se agudizaron. Sus dedos se curvaron y se tornaron rígidos. Sólo podía pintar con una mano sostenida a duras penas por la otra. El tamaño de sus cuadros en general estaba limitado por la extensión de sus brazos que cada día podían extenderse menos. Utilizaba principalmente tableros de pared y tubos de Tinsol, hechos a base de aceite. Su técnica consistió en primero recubrir el tablero de blanco, luego dibujar un contorno y posteriormente aplicar pintura directamente. Nunca mezcló o combinó colores.

Logró la atención nacional, en 1964, por un artículo publicado en la revista de Toronto Star Weekly y en 1965, apareció en un programa de éxito en televisión de la CBC Televisión. En la década de los setenta, durante la presidencia de Richard Nixon, la oficina de la Casa Blanca adquirió dos de sus pinturas por más de 16 mil dólares. Desafortunadamente, su artritis le impidió cumplir muchas de los encargos que recibió en los últimos años de su vida. A inicios del siglo XXI, sus pinturas han comenzado a venderse en subastas por precios cada vez mayores. El valor más alto alcanzado en subasta hasta ahora ha sido de 22 Mil 200 dólares para el lote 196 titulado “A Family Outing” (Una salida familiar), otra pintura denominada “Portrait of Eddie Barnes and Ed Murphy, Lobster Fishermen” (Retrato de Eddie Barnes y Ed Murphy, pescadores de langostas), se adjudicó, en 2017, en subasta por 45.000 dólares.

En el último año de su vida, Maudie permaneció en su hogar pintando tanto como podía, con continuos ingresos en el hospital. Murió en Digby el 30 de julio de 1970 como consecuencia de una neumonía. Su marido murió en 1979, asesinado por un ladrón durante un intento de robo en su casa. Después de la muerte de Maudie y su marido, la vivienda decorada enteramente con pinturas comenzó a deteriorarse. Un grupo de ciudadanos fundaron la Lewis Painted House Society, con el único objetivo de salvar el inmueble. En 1984, la casa fue vendida al Gobierno de la provincia Nueva Escocia y entregada al cuidado de la Galería de arte de Nueva Escocia (AGNS), que la restauró y la instaló en la galería como parte de su exposición permanente sobre Maud Lewis.  En el mismo lugar donde se emplazaba su casa, se erigió una construcción en acero conmemorativa basada en su cabaña y con las mismas dimensiones. En 1999, un pescador jubilado llamado Murray Ross, construyó una réplica de la Casa Maud Lewis, incluido todo su interior completo que fue colocada a unos pocos kilómetros de donde vivía la artista.

Para muchas personas las enfermedades no han sido un obstáculo sino una manera de encontrar la inspiración y perfeccionar sus talentos. El arte siempre ha ido de la mano con las enfermedades que le quieren negar cualquier oportunidad a las personas, son muchos los casos de personas con diversas enfermedades que encuentran en el arte su verdadero refugio. La cineasta irlandesa Aisling Walsh rinde homenaje a esta gran pintora con la película MAUDIE, donde nos muestra una relectura de la vida de la artista con una sensibilidad y una energía fuera de patrones. La película es protagonizada por Ethan Hawke y Sally Hawkins. esta es la más reciente adquisición de Netflix. Así que, si quiere saber un poco más de la vida de la pintora más famosa de Canadá, no deje de ver la película MAUDIE y quizás termine descubriendo que muchas veces nos quejamos sin necesidad. Hay personas que sufren más que nosotros y enfrentan la vida con un corazón lleno de amor y pasión por la vida. Y recuerde, Comparta cultura; comparta una película.

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