Audio: https://www.youtube.com/watch?v=DM_nFTA5SWI Los días y los meses han pasado. Al estruendo impactante de las medidas anticovid, que van y vuelven, como en Europa, o se olvidan, como en Colombia, solo está quedando una verdad de puño: las vacunas vinieron para quedarse. Como no hubo (todavía no hay) un esfuerzo sólido para encontrar medicamentos que paren
Audio: https://www.youtube.com/watch?v=DM_nFTA5SWI
Los días y los meses han pasado. Al estruendo impactante de las medidas anticovid, que van y vuelven, como en Europa, o se olvidan, como en Colombia, solo está quedando una verdad de puño: las vacunas vinieron para quedarse. Como no hubo (todavía no hay) un esfuerzo sólido para encontrar medicamentos que paren la peste en horas como la penicilina para las infecciones.
Como de los menjurjes que aquí o allá ha permitido el desespero que se deslicen como salvavidas en plena inundación, apenas quedan los ocultos o contradictorios resultados de la ivermectina. Pero, sobre todo, porque la humanidad necesita sobrevivir al futuro, las vacunas son hoy las banderas que van a la cabeza de los ejércitos amorfos de salvación.
Lamentablemente las informaciones sobre ellas o no han sido completas o han sido usadas como armas ocultas para favorecer intereses económicos de quienes las fabrican. Para lograr sus objetivos en la feroz competencia, han llegado hasta el extremo de colincharse con los gobernantes para propiciar injustas discriminaciones.
Las vacunas que se han ido imponiendo, por publicidad favorable, por capacidad mayúscula de producción o por habilidad de los gobiernos de los países que las respaldan, le han dado un trato racista a las vacunas rusa y china. De la vacuna que pregona Putin solo se ha sabido que fue hecha con el método antiguo y se ha comprobado que no pueden fabricarla masivamente y no solo han quedado rezagados en vacunación, sino que han quedado mal con las segundas dosis, como está sucediendo en la Argentina. De la vacuna china sabemos menos. Pero el hecho de que, gracias al régimen político imperante allá, pudieron vacunar en un año a 1.200 millones de ciudadanos y pararon la enfermedad que ellos mismos había incubado en Wuhan, le da más vigencia cada día.
En Colombia y en varios países, algunos nos hemos vacunado con ella y no hubo vacíos de distribución para las segundas dosis. Empero los gobiernos de Europa, con su oficina sanitaria de la UE, y la poderosa agencia norteamericana que da el pase a los medicamentos, se niegan más política que técnicamente a aprobar estas dos vacunas, la china y la rusa.
Para completar su actitud imperial e injusta, están obligando a un carnet verde de vacunados que todos viajero a Europa debe llevar. Quizás a la vacuna china terminarán por admitirla, porque como esto es en el fondo un negocio, y el gran grueso de los turistas que van a Europa provienen de la millonaria China y de países donde han vacunado con Sinovac, no parecería que fueran a matar la gallina de los huevos de oro del turismo. De la rusa quien sabe.
Gustavo Álvarez Gardeazábal
El Porce, julio 26 221
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