Crónica de una “inyección malvada”, en la gala de  Miss Universe Casanare.

Crónica de una “inyección malvada”, en la gala de  Miss Universe Casanare.

Por: Fabio Acevedo Hernandez, especial para Perspectiva Global. Después de tres meses  de haber visto por última vez a Miss Universe Casanare  Estefany Ariza de manera presencial, alguien de la Organización departamental me contactó para notificarme que habian decidido que yo sería el presentador de la Gala en donde la reina en un desfile especial,

Por: Fabio Acevedo Hernandez, especial para Perspectiva Global.
Después de tres meses  de haber visto por última vez a Miss Universe Casanare  Estefany Ariza de manera presencial, alguien de la Organización departamental me contactó para notificarme que habian decidido que yo sería el presentador de la Gala en donde la reina en un desfile especial, se despediria de los casanareños, antes de su viaje a Barranquilla, a competir por la corona de la mujer mas bella del pais.

Entonces como periodista pensé que era el espacio propicio, para conocer en realidad la evolución y el verdadero potencial que tenía la reina, de cara a la fuerte competencia que se le avecinaba en Barranquila.

Debo admitir que yo pensaba, que las sorprendentes  fotos  que se veían en redes sociales, eran simplemente el resultado de una buena producción de su editor fotográfico, y justamente el reto para mí era decepcionarme de ella, o  impresionarme.

El dia del evento, horas antes del show, me  llamaron para el ensayo de la Gala, y fui al auditorio. Recuerdo que ese día yo  estaba muy mal, producto de una virosis que me taladraba  todo mi cuerpo. La garganta me ardía, y tenía  dolor de huesos y  fiebre. Al llegar al escenario mi vista congestionada  por la “maluquera” se me fue directo hacia la monumental figura de la reina. Estaba parada junto a la escalera de acceso a la pasarela, enfundada en una trusa  azul rey, y el cabello suelto en ondas. Tenía el cuerpazo, la vi infinitamente alta y con aura de reina ganadora. Recordé que el año anterior en ese mismo escenario, tuve la misma impresión con Camila Avella, y eso me causó una súbita emoción. Al verme, me sonrió y se  acercó a darme un abrazo y saludarme efusivamente, pero yo le dije “estoy con una virosis bárbara, no te me acerques para no contagiarte”. Ella me guiñó el ojo  y me lanzó un beso, preguntándome con preocupación si ya me había mandado inyectar, si ya habia tomado medicinas y deseandome pronta recuperación. A todo lo que ella me preguntó, yo de respondí “si” .”Haz lo que sea pero recupérate Fabi, esta  noche te necesitamos”, Me dijo.

En medio de mi “maluquera”, caminé hasta el final del auditorio, tome el  micrófono que alguien me entregó y me dispuse a iniciar el ensayo con la reina  y toda la estructura del evento. Luces, maquilladores, diseñadores y personas de logística iban y venian mientras yo haciendo mi mayor esfuerzo para mantenerme en pie,  sostenía en mis manos la hoja de protocolo y  comenzaba a anunciar los puntos. Los ojos me dolian pero ya estaba ahi en el escenario,  con una enorme responsabilidad a cuestas y la hermosa figura de Estefany la  reina llanera,  que tras mi anuncio acababa de subir a la  pasarela en traje de baño.

Pensé que estaba alucinando y que todo lo que veía,  era producto de mi virosis. La reina estaba perfecta, con un cuerpo impresionantemente hermoso, piernas kilometricas y una pasarela de infarto. Sonreia y posaba con coquetería, saludaba y se veia radiante.  Ella estaba feliz, se le salia la felicidad por los poros y estaba segura, que esa seria su gran noche. El que no estaba seguro de tener una gran noche era yo. Los  huesos me dolian, mi garganta se  cerraba y me torturaba la posibilidad de tener que inyectarmre. Nadie se imaginó el esfuerzo tan grande que había hecho,  para poder cumplir con el ensayo.

Al terminar, casi sobre las cuatro de la tarde, la reina se me acercó y me preguntó como me sentía. Le respondí que, bien, y le dije que como plan “B”,  ya le habia hablado a un colega para que me reemplazara en caso de seguir enfermo. Ella me miró con preocupación y  me dijo, “te necesitamos a ti. Tu eres quien sabes de todo  esto”. Le sonreí para darle confianza y le dije,  “no te preocupes, nos vemos aqui en la noche”, y sali para mi casa.

Tomando un aire nuevo y sabiendo que no le podia quedar mal a la reina, ni a Margarita su señora madre,  quien habia hecho todo lo posible para que yo fuera el presentador de la Gala, me fui derecho para una droguería y le consulté a una señora con cara de médico, que atendia el establecimiento a esa hora de la tarde, y me dijo que la única forma de recuperarme  rapido era inyectandome y tomándome una pastas. Pero me recomendó que despues de la inyección debia reposar y no exponerme a la brisa, la lluvia y menos al aire acondicionado. Me da pena decirlo, pero nadie se imaginaba lo “gallina”, que soy para las inyecciones. Y el que no me expusiera al aire fue la excusa perfecta para no inyectarme. Sentí  verguenza porque yo le habia dicho a Estefany y a Margarita que me había  inyectado, y en realidad eso estaba lejos de pasar.

Le dije a la señora de la droguería que me vendiera solo las pastillas y que mas tarde volvía a inyectarme; obviamente sabía que no iba a regresar.

Llegué a mi casa con las pastillas en la mano y con la nalga doliendome como si me hubieran inyectado. Era extraño lo que sentia pero mi subconsciente me decía que me habian inyectado. Cosa que nunca pasó.

Despuésde bañarme, me tomé las pastas con una agua de panela caliente con gotas de limón que me preparó mi madre. Busqué en el armario la ropa que tenia preparada para presentarme en la Gala, me acicalé, me perfumé y salí  caminando como un pingüino (porque extrañamente la nalga me seguía doliendo como si me hubieran inyectado),  hacia el carro que me llevaría hasta el auditorio,   donde minutos mas tarde  estaría presentando el show.

Al llegar de nuevo al sitio del evento, justo en el loby antes de ingresar al auditorio, me encontré con Margarita, madre de Estefany y me dijo con cara de preocupación:  -“Como te sientes mi Fabi?”, -“Bien”,  le dije con cara de ponqué recien puesto en vitrina. Te  inyectaste?”, me pregunto de nuevo.

-“Si, claro que me inyecté”, le respondí bajando la cabeza. En ese momento extrañamente sentí un dolor agudo de nuevo en la nalga. Tuve que hacer una pausa antes de continuar hacia el  camerino. En el recinto habia mucha gente y no queria que me vieran caminando como un pingüino.

Tras la pausa y al  sentirme bien, caminé hacia el camerino en donde Estefany ya estaba lista para su primera salida. Fui a verla para transmitirle seguridad y que supiera que había vuelto al auditorio, como se lo habia prometido esa tarde al terninar el ensayo.

Al verme me preguntó como me sentía. Yo rogaba  a Dios que no me pregunrara por la bendita inyección. Pero ella hermosa y radiante, al verme listo para iniciar el show, me abrazó y me dijo estoy feliz mi Fabi, todo va a salir bien. Esta será una gran noche. Yo le devolvi el abrazo y ya sin el más minimo rastro de la virosis, me subi al escenario, para realizar una de las mejores presentaciones de cuantas he realizado en mi larga trayectoria como maestro de ceremonia.

Y tal y como lo predijo Estefany, sí que fue una gran noche. El auditorio estuvo colmado, el show de los artistas fue impresionante, la Miss Universe Casanare deslumbró a los presentes con su belleza, con su espectacular cuerpo de palmera y su arrolladora pasarela. Los asistentes no se cansaban de aplaudir a la reina en cada una de sus  salidas. Ella lució hermosas creaciones de diseñadores casanareños que fueron reconocidos por la critica presente en la Gala. Diseñadores como Guadalupe & Astrid by Juya, Dianna Belle,  Dina Sanabria entre otros, se llevaron grandes ovaciones.

Y yo estaba feliz, por la reina, por el evento, por el show, por el gran debut del cantante venezolano José Orozco,  y porque la “maluquera” milagrosamente se me había ido, sin tener que inyectarme. Fue una noche inolvidable en donde una vez más sentí que hice un gran trabajo y en donde las palabras, las ideas y la fuuerza de mi voz me habían dejado muy bien plantado, ante quienes me admiran por el trabajo que por años he realizado con la misma pasion y el mismo profesionalismo.

Al cierre, la reina se acercó a mi para felicitarme y agradecerme por el esfuerzo,  y el trabajo bien hecho. “Lo logramos Fabi, todo estuvo perfecto”, me dijo; y me estampó un beso en la mejilla  ya sin temer a mi virosis.

-“Me alegro que te hayas recuperado y hayas podido presentar el evento. Menos mal te mandaste a inyectar a tiempo. Eso te ayudó”, me dijo ella sonriente mientras yo nuevamente y de manera extraña,  sentia el pinchazo de la “inyección” en mi nalga. Ella se apartó de mi para seguir saludando a los invitados al evento, mientras yo me recuperaba, para no salir caminando del auditorio como un pingüino.

A la distancia vi que se acercaban a mi, Margarita la madre de la reina, Ángela la hermana, Martha la madre de Camila Avella y  Patricia Pino, amiga entrañable. Todas ellas sabian que yo horas antes habia estado con virosis y sabia que con seguridad me iban a hablar de la bendita “inyeccion”. Por eso decidí cambiar de ruta para salir rápido del auditorio.

Ya afuera, al dirigirme al parqueadero donde estaba el vehiculo que me llevaría a mi casa, pase por el frente de la droguería donde horas antes habia comprado las pastillas y habia quedado de regresar para  mandarme inyectar. La farmaceuta al verme me reconoció y me dijo:  “¡Regresaste!, te estuve esperando toda la tarde”. Yo con vergüenza y sentimiento de culpa,  y sin otra alternativa mas  que entrar a la droguería y asumir mi responsabilidad conmigo  mismo, y temblando de miedo, le dije resuelto: ” Si señora, regresé  para que me inyecte”.

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