CRÓNICA DE GARDEAZABAL, LA CHUCHA DE TULUÁ

CRÓNICA DE GARDEAZABAL, LA CHUCHA DE TULUÁ

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=Dbn8-rewAg0 La historia es tremebunda. Los actores disímiles. Pero en el Tuluá de mis novelas el límite entre la ficción y la realidad se pierde y   se puede pecar por exceso o por injusticia ya que finalmente la verdad no es la que se impone sino la leyenda. Sucedió el pasado fin de semana.

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=Dbn8-rewAg0

La historia es tremebunda. Los actores disímiles. Pero en el Tuluá de mis novelas el límite entre la ficción y la realidad se pierde y   se puede pecar por exceso o por injusticia ya que finalmente la verdad no es la que se impone sino la leyenda.

Sucedió el pasado fin de semana. Remitida para parto complicado de 28 semanas desde Ceylán, el poblado de la montaña tulueña lleno de cicatrices de todas las guerras, llegó una mujer de 18 años. Iba con su compañero, un pelado de 17, cuya familia habita el barrio de la Santa Cruz, un territorio conflictivo y caliente, refugio de desplazados y escenario según la policía de bandas enfrentadas.

El sábado dio a luz a una agonizante niña en el Hospital Tomás Uribe de Tuluá, institución que ha sobrevivido a todas las crisis del pasado logrando   con su nivel de eficiencia de hoy administrar y sortear la oleada del covid que le ha atiborrado sus camas, sus ucis y su morgue.

El papá dice que la pensaban llamar Emyli Samara. La mamá asegura haber visto solo la mitad de su cuerpecito mientras paría y que cuando despertó la niña ya estaba en las neveras de la morgue. El jovencísimo padre dice que acudió el domingo con el empleado de la funeraria para reclamar el cadáver y que cuando abrieron la cajita metálica lo que encontraron fue una chuspa roja en la que había una zarigüeya, o como la llaman en mi pueblo, una chuchita.

Ha trascurrido casi una semana y entre el espanto de las directivas del hospital, que apenas si musitan “que se está investigando”, detectaron la llegada, como buitres carroñeros de los abogados que leyeron en El Tiempo la noticia y vieron la foto de las pancartas exigentes del papá atribulado, en la puerta del hospital y buscan acompañar en la demanda a los padres.

Mientras tanto se construyen hipótesis que van desde la venganza hasta lo escabroso. Se sabe que un tío de la criatura fue condenado hace tres semanas a 14 años de prisión por el homicidio de un comerciante al que Fiscalía y Juez le demostraron que no le había pagado una extorsión. La guerra de bandas en la Santa Cruz es tan feroz, dice la Policía, que las bromas macabras son el pan cotidiano. Y las lenguas chismosas tulueñas que lo saben todo aunque  finalmente no saben nada, se atreven a aseverar que todas las versiones pueden ser válidas advirtiendo que los que van a pagar el pato son las directivas del congestionado y  valeroso hospital estatal, no la funeraria, porque en la tremolina que el covid forma por estos días en una morgue, la gestión del escabroso cambiazo puede haber sido  pingüemente recompensada a una habilidosa mano siniestra  como en la mejor novela de terror y ellos ni se enteraron.

Gustavo Álvarez Gardeazábal

El Porce mayo 20 del 2021

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