“ningún arte traspasa nuestra conciencia de la misma forma que lo hace el cine, toca directamente nuestras emociones, profundizando en los oscuros habitáculos de nuestra alma” Ingmar Bergman, director de cine. Por: Nelsfomo El cine puede entenderse como una “técnica de comunicación social e industrial, que maneja lenguaje fílmico, pero la más arraigada es el
“ningún arte traspasa nuestra conciencia de la misma forma que lo hace el cine, toca directamente nuestras emociones, profundizando en los oscuros habitáculos de nuestra alma” Ingmar Bergman, director de cine.
Por: Nelsfomo
El cine puede entenderse como una “técnica de comunicación social e industrial, que maneja lenguaje fílmico, pero la más arraigada es el cine como arte”, y por supuesto que no se puede negar su relación con otras disciplinas artísticas: Con la pintura y la fotografía como arte pictórica de las cuales deriva su estética visual, de la literatura por la narrativa, con la música comparte el concepto del tiempo, el ritmo y la armonía.
Pero el cine, además es “el instrumento de registro y expresión más idóneo y eficaz para preservar la memoria y la identidad de los pueblos”, es una representación de la realidad y formador de la identidad nacional y, por tanto, aquello que se transmita a los espectadores puede influenciar la imagen que un país tiene de sí mismo. Hacer cine resulta costoso, y mucho más en un país donde la industria no está tan consolidada, es por eso que hacer cine en Colombia casi es un acto de fe; como la película colombianos, Un Acto de Fe, 2004 (Escrita y dirigida por Carlos Fernández de Soto) donde se plantea el dilema si dar a luz es la mejor opción, aquí con una producción es casi lo mismo, se tienen que replantear muchas cosas, si se hace o no y si contamos con todos los recursos y el apoyo necesario para que ese hijo que hemos creado con tanto amor pueda ver la luz.
Así como el país tiene un largo recorrido histórico el cine ha ido creciendo con él, pero muchas veces fue relegado, las elites de poder se rehusaban a darle su espacio negándose a ver su gran potencial, sólo unos pocos valientes se aferraron a él y nunca lo soltaron, se enfrentaron a largas y desgastantes batallas que tenían que sobrellevar tras el poco apoyo de grandes empresarios y políticos que no lo vieron como una gran fuente de dinero, que equivocados estaban.
El siglo XIX terminó y dejó como legado para Colombia, además de la Independencia, múltiples estatutos y una constitución, el nacimiento de un nuevo arte, que gracias al cinematógrafo inventado por los hermanos Lumierè en 1895, hacía posible crear y reproducir imágenes en movimiento. En 1987 llegó el Proyectoscopio al entonces departamento de Panamá, la versión norteamericana inventada por Edison. Desde la llegada de este mágico aparato el cine empezó a formar parte de la vida nacional, con el inicio de la Guerra de los Mil Días (1899 – 1902) se puso freno a los incipientes avances alcanzados en esta materia. Una vez terminada la guerra, y ya sin el Departamento de Panamá, se reactivó el sector de la exhibición, con la llegada de unos aventureros italianos, los Di Doménico, con los equipos necesarios para producir cine, hicieron crecer la necesidad en el país por la creación propia, vieron una oportunidad en la producción nacional y crearon la Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana (SICLA).
Con esta sociedad empezaron a realizar grabaciones de las cosas que sucedían en la capital y las proyectaban antes de las películas extranjeras, después pasaron a producir largometrajes entre los cuales se destaca El drama del 15 de octubre, el cual recrea el asesinato de Rafael Uribe Uribe, la importancia de esta película radica en haber sido la primera de tinte político, sin embargo, levantó una controversia inusitada pues se usaron a los asesinos como actores, interpretándose a sí mismos, ésta, junto al filme norteamericano El nacimiento de una nación, abrieron el debate nacional y, en lugar de llevar a un desarrollo de este tipo de cine, llevaron a su extinción.
A partir de este punto grabaron historias de ficción basadas en libros exitosos de la época empezando con María de Jorge Isaacs, historia que fue un gran éxito de taquilla, quisieron repetir la fórmula con Aura o las violetas, de José María Vargas Vila, pero no fue tan exitosa, empiezan a ver el cine como un espectáculo público y como tal se convierte en blanco de la política fiscal. Es gravado por primera vez en 1918, con el Acuerdo Número 1 del Concejo de Bogotá, en el que se destinaba un 10% del valor de la boleta de entrada a las salas de cine al Fondo de Pobres.
En los años siguientes se crearon leyes que aumentaban los gravámenes al espectáculo del cine en otras ciudades y regiones, el dinero resultante tuvo diferentes usos como, financiar los gastos de guerra (Ley 12 de 1932) o más adelante la reconstrucción de Quibdó (Ley 1 de 1967), con el pasar de los años se incrementó el costo de la boleta y se diversificó el uso de estos recursos, como el impuesto de Coldeportes.
Iniciada la producción cinematográfica en el país, a los hermanos Di Doménico se les sumaron pronto los Acevedo, una familia que se dedicó primero a la exhibición y luego a la producción de sus propias películas, en las que algunas veces actuaban, lanzaron la revista Cine Colombia, las dos compañías siguieron con la producción de largometrajes, mientras que en Antioquia y en el Valle del Cauca se desarrollaron compañías paralelamente. En 1927 nace la compañía Cine Colombia, la cual adquirió otras empresas y se dedicó a hacer acuerdos de exhibición por todo el país, compraron la empresa de los hermanos Di Doménico, las otras compañías se vieron obligadas a cerrar por conflictos internos.
En 1929 llegó el cine sonoro a Colombia, a finales de la década del 30 se creó la Oficina de Cine de la Sección de Cultura Popular del Ministerio de Educación, idea del ministro Jorge Eliécer Gaitán. Aunque contó con buenas intenciones y se trajeron equipos para impulsar la producción, no se realizó nada de valor permanente, en el segundo gobierno del Presidente López Pumarejo se aprueba la primera ley de fomento del cine, la Ley 9 de 1942. Aquí se puede ver que ya el cine se entendía no sólo como un vehículo cultural de propaganda nacionalista, sino como un maravilloso instrumento educativo, artístico y de entretenimiento.
Esta ley, fue importante porque se regularon dos temas: Las exenciones que se aplicaron a los exhibidores por largo tiempo por la exhibición de cortos y largometrajes nacionales sobre el 10% de impuestos a la boleta de cine y la cuota de pantalla. En los años 40 hubo un pequeño renacimiento de la industria cinematográfica, y se produjeron un par de películas con un relativo éxito comercial, entre ellas se destaca Flores del Valle.
En la década del 50, se realizaron múltiples esfuerzos de pequeños grupos independientes que realizaban cine de autor que, aunque no tuvieron éxito en taquilla, le dieron un nuevo aire al cine colombiano, podemos encontrar la cinta La langosta azul realizada en Barranquilla en 1954 por Álvaro Cepeda Samudio, Enrique Grau y Gabriel García Márquez, en 1958 exhiben la cinta El milagro de la sal, una película protagonizada por David Manzur y Julio E. Sánchez Vanegas que a pesar de ser un drama, capta la identidad nacional sin folclorismos ni comedia, es la primera que recibe un premio internacional, en San Sebastián.
En los años 60 ya se tiene una idea clara acerca de cómo puede ser el cine colombiano, el español José María Arzuaga, acompañado de un colombiano, Julio Roberto Peña, realizaron Raíces de piedra, una película que más allá de sus múltiples fallas técnicas mostró imágenes más realistas que todas sus antecesoras y, aunque recibió reconocimiento internacional, no tuvo éxito de taquilla. Esta etapa se conoció como el neorrealismo colombiano.
En esta misma década vuelve de estudiar cinematografía en Estados Unidos, Julio Luzardo, quien se dedicó a la realización de mediometrajes sin ningún compromiso comercial entre los que se encuentran Tiempo de sequía, El zorrero y La sarda. Con estos tres se realizó el largometraje Tres cuentos colombianos, con una alta calidad estética y con un toque de ironía. Las películas de Arzuaga y de Luzardo, como El río de las tumbas, constituyen una muestra de lo que pudo ser el cine colombiano de haberse apoyado. Se incrementó la realización de documentales con tintes sociales y políticos que en Colombia tiene repercusión en Chircales, Planas y Campesinos de Marta Rodríguez, entre otros, que contaron con un gran reconocimiento internacional, era un cine marginal, que no buscaba un éxito comercial, sólo quería mostrar una realidad.
En 1979 se creó Focine, su objetivo era la ejecución de políticas que tuvieran incidencia sobre la industria cinematográfica, y el recaudo, administración e inversión de los recursos del Fondo de Fomento Cinematográfico. Era una empresa industrial y comercial del Estado vinculada al Ministerio de Comunicaciones cuyo rol permitió que, en aproximadamente 10 años se realizaran, con apoyo estatal, 29 largometrajes y un buen número de cortometrajes y documentales.
En el año de 1985 se expide la ley 55 con el propósito de fusionar a Focine con el Fondo de Fomento Cinematográfico para que el dinero recaudado entrara a un mismo ente, en la misma ley se especificó que las salas de cine estaban obligadas a presentar cortometrajes colombianos en todas las funciones, con excepciones de las que presentaran largometrajes colombianos. A pesar de los problemas, en los 80´s llegaron algunos largometrajes que tuvieron relevancia debido a sus temáticas, más realistas, con buenos guiones y realización como Canaguaro del chileno Dunav Kuzmanich y una de las películas apoyadas por Focine, Cóndores no entierran todos los días, de Francisco Norden, que recibió reconocimientos en múltiples festivales internacionales.
En febrero de 1988, Focine y la Universidad Nacional de Colombia celebraron un Convenio mediante el cual se creó la Carrera de Cine, Televisión y Video en la ciudad blanca, el aporte de Focine fue de 300 millones de pesos, después de 32 años, cuenta con un sin número de egresados quienes han recibido el título como realizadores de cine y televisión. Algunos profesionales que han sobresalido en el medio nacional e internacional son: Ciro Guerra y Cristina Gallego con su película El Abrazo de la Serpiente, Libia Stella Gómez directora de la Historia del Baúl Rosado; Rubén Mendoza seleccionado en Cannes con su corto La cerca; Martín Mejía director de Od el camino ganador en el Festival de Cortometrajes de Oberhausen, entre muchos otros que han sido ganadores de premios en diferentes festivales e invitados a secciones como el Atelier de Cannes y el Festival de Cine de San Sebastián.
Con la liquidación de Focine en 1993 el cine y su fomento pasaron a manos del Instituto Colombiano de Cultura – COLCULTURA. En este periodo, el número de largometrajes nacionales alcanzó una de las cifras más bajas hasta ese momento, llegando a 1 o 2 películas por año, de esta época se destaca el estreno de la producción de Sergio Cabrera “La Estrategia del Caracol” La película cosechó varios premios internacionales, y generó un gran interés en el público local superando el millón y medio de espectadores.
En 1995 empezó a debatirse en el país la necesidad de crear un Ministerio dedicado exclusivamente a la cultura, la discusión tomó una gran relevancia debido a que personajes como Gabriel García Márquez, presentaron sus argumentos a favor del proyecto, finalmente se aprobó la Ley 397 del 1997. Esta ley es la responsable del nacimiento del Ministerio de Cultura y de la Dirección de Cinematografía, donde se fortalece la industria cinematográfica en el país.
En febrero de 1998, se lanzó la primera convocatoria pública para el fomento del cine y desde ese momento ha sido un reto potenciar la industria en el país, gracias al trabajo concertado entre esta Dirección, Proimágenes Colombia, artistas y gestores culturales, la Ley de Cine se firmó en el 2003 y desde entonces hemos disfrutado del estreno de más de 300 películas colombianas de ficción, animación y documental. Los proyectos y obras cinematográficas pueden acceder a los recursos del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC), este fondo es un instrumento de financiación que se alimenta de la Cuota para el Desarrollo Cinematográfico (CDC), contribución parafiscal que hacen distribuidores, exhibidores y productores de películas colombianas. De esta manera, los recursos que se generan en el cine, son devueltos al sector para impulsar el crecimiento de la industria.
A través del “Artículo 16º. (Modificado por el artículo 195º de la ley 1607 de 2012). Busca beneficios tributarios a la donación o inversión en producción cinematográfica, donde los contribuyentes del impuesto a la renta que realicen inversiones o hagan donaciones a proyectos cinematográficos de producción o coproducción colombianas de largometraje o cortometraje aprobados por el Ministerio de Cultura a través de la Dirección de Cinematografía, tendrán derecho a deducir de su renta, lo que equivale al (165%) del valor real invertido o donado, lo que quiere decir que por cada 100 pesos que sean donados o invertidos, las personas contribuyentes del impuesto sobre la renta, tendrán la posibilidad de deducir de su declaración de renta del año gravable un total de 165 pesos.
Por otro lado, la ley 1556 de 2012 o ley de fomento de la actividad cinematográfica, promueve el territorio nacional como escenario para el rodaje de obras cinematográficas, llevando a que Colombia se convierta en un destino atractivo para que realizadores extranjeros produzcan y rueden sus películas, generando así un crecimiento del sector económico en el país y la posibilidad de dar a conocer el talento y el arte colombiano. Es por eso que ya no es extraño escuchar o ver estrellas de talla internacional buscando locaciones o en aeropuertos queriendo pasar desapercibidos. Este contacto con la industria cinematográfica nacional y extranjera permite que se generen nuevas oportunidades laborales, lo que ha traído como resultado la formalización del sector y la valoración a la mano de obra calificada.
El Ministerio de Cultura a través del Fondo de Desarrollo Cinematográfico se propone otorgar incentivos y estímulos en todas las etapas de la creación cinematográfica a las cuales se acceden a través de concursos públicos abiertos en los que todos los interesados puedan participar en igualdad de condiciones. Estas buscan apoyar de manera integral y en forma no reembolsable mediante asignaciones directas y gratuitas de recursos cada año. Los proyectos cinematográficos colombianos en todas sus etapas pueden participar, pasando desde el desarrollo de guiones, proyectos, producción, postproducción, hasta las de promoción distribución y exhibición, entre muchas otras categorías.
Otro problema con lo que aún tiene que enfrentarse las producciones de largometrajes colombianos es mantener en cartelera sus producciones por el tiempo necesario, para que recuperen en parte o completamente la inversión, es casi imposible, ya que si la respuesta del público no es inmediata la producción se saca de cartelera. La industria se está fortaleciendo cada vez más, pero también es cierto que no podemos competir con resultados de taquillas de mega producciones. Así que es muy importante que cada colombiano apoye la industria nacional, no se trata de comparar las películas, se trata de disfrutarlas, de identificarnos con lo nuestro, de hacer prevalecer nuestras afinidades esenciales por encima de nuestras diferencias pasajeras y sobre todo hacer país.
El jueves pasado mi hermano me envió al whatsapp un link sobre un cortometraje que había realizado un grupo llamado, Cineclub de Trinidad – Nuevas Estrellas- en Trinidad, Casanare. El cortometraje se llama La Advertencia, dirigido por Yader Iván Tumay Cuevas producido en el año 2004, el corto nos relata la historia de un hombre mujeriego y las consecuencias de sus acciones. La verdad fue una gran sorpresa para mí saber que hay gente en este municipio que se están armando de valor para llevar sus historias al audiovisual y que mejor que empezar por historias propias, aquellas que nos identifican y nos hacen parte de una cultura, en este caso la cultura llanera.
Son todos estos relatos que dan una identidad diversa de las regiones colombianas, y eso se logra gracias a todas estas expresiones audiovisuales. No sé exactamente qué proceso educativo tiene este cineclub, pero lo que, si se es que tienen muchos sueños e historias por compartir, por eso es necesario que el gobierno estatal los apoye, ya que estas alternativas son fundamentales en el proceso de desarrollo de las regiones, identidades culturales, narrativas locales, y por ende, es importante generar estos procesos organizativos.
Mis felicitaciones van para el grupo Cineclub de Trinidad y motivarlos a seguir creando nuevas historias, esta es una pasión que nunca se detiene y con cada escena rodada se adquieren nuevos conocimientos. Este corto es el inicio de muchos más y quizás muy pronto nos sorprendan con su primer largometraje en salas de cine. Este medio es de constancia y como todo en la vida, se necesitan horas de vuelo, en este caso de rodaje para ir “perfeccionando” o simplemente con cada historia ir desarrollando su propio estilo. Recuerden que el cine nació siendo cortometraje. Toda la magia nació cuando los hermanos Lumiére presentaron el corto La Salida de los Obreros de una Fábrica en tan solo 46 segundos.
Toda lucha tiene su recompensa, fue así como Poco a poco la industria cinematográfica se fue fortaleciendo, y hoy en día el cine colombiano cuenta con una calidad y una reputación ausentes por muchos años. Es tanto así que ha reunido a muchos colombianos frente a una pantalla ansiosos como si fuera el partido de fútbol de la selección Colombia en cuartos de final del mundial 2014 cuando se enfrentó con Brasil. Esto ocurrió cuando Ciro Guerra nos puso a soñar con la nominación al Oscar por su película el Abrazo de la Serpiente. El cine nos ha dado conocer en el mundo, nos ha abierto muchas puertas y eso que no hemos podido mostrar todo nuestro potencial. Aún quedan muchas películas por hacer y cada vez serán mejores.
Para los que puedan acceder a Netflix no dejen de ver la película de 2019 Monos, dirigida por Alejandro Landes. La cinta nos cuenta la historia de ocho muchachos guerrilleros en la cima de una imponente montaña, donde esta manada de jóvenes rebeldes están a cargo de una rehén y una vaca lechera. Cuando su misión se ve amenazada, comienza un viaje que pondrá en juego su hermandad, sobrevivir puede ser un juego salvaje. Esta película ha sido ganadora de más de 10 premios en importantes festivales alrededor del mundo. Fue beneficiaria del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y además coproducida por Colombia y 7 países más, lo cual nos llenan de motivos para seguir escribiendo ya que las productoras extranjeras están girando la mirada hacia el cine colombiano. Y recuerde, Comparte cultura; comparte una película.
Link del cortometraje La Advertencia:
https://www.youtube.com/watch?v=LpVUQYTe4FY&feature=youtu.be
Para los interesados les dejo el link del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, quizás allí encuentren un medio para financiar sus obras audiovisuales: https://convocatoriafdc.com/
Inquietudes al siguiente correo: convocatoriafdc@proimagenescolombia.com.
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