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Mientras las redes, la televisión y los periódicos se llenan de fotos y comentarios  pendejos sobre la manera primitiva como la ministra de Minas trata de escandalizar a la tradicional corona española  con unos tenis y los más asustados pasan de largo sobre la inhabilidad burguesa del presidente Petro de ponerse frac, en Colombia ni los entes de control ni los contratistas que fungen de congresistas han sido capaces de hacerle la cuenta al evidente y dañino detrimento patrimonial que se ha hecho a la empresa más importante del país, Ecopetrol.

Pero las cifras no mienten. El 17 de junio de 2022, el viernes antes de elegir a Petro, la acción cotizaba en NY a US$13.68. El 24 de abril de este año, al posesionarse estaba a US$ 11.61. Días después de las declaraciones del presidente de Ecopetrol respaldando en un todo el criterio de la religión antiextractivista de Hildebrando que han venido predicando Petro y su ministra en Stanford o en Davos, el precio de la acción hoy apenas llega a US$ 9.00.

Un bajón de esa magnitud de casi el 40% representa una disminución en miles de millones de dólares del patrimonio de Ecopetrol. Y como la ley 610 del año 2000 dice textualmente que se configura el daño patrimonial al estado cuando por una gestión antieconómica, ineficaz, ineficiente e inoportuna se produce una pérdida del capital de una empresa del estado, no hay la menor duda que los entes de control y el Congreso están en mora de actuar.

Sin embargo, los atenuantes que esgrimen los devotos de la secta de Hildebrando e Irene, repitiendo que por tan altísimo costo vamos a lograr que Colombia de ejemplo mundial suprimiendo la exploración y explotación de combustibles fósiles, les ha impedido a los encargados constitucionalmente de auditar las equivocaciones del gobernante   asomarse al remolino chupador.

Y lo que es peor, a ninguno de los que ocupan las curules en el Capitolio de exigir que pare el desangre alegando que todo credo religioso, como el de Hildebrando e Irene, dizque debe respetarse.

Gustavo Álvarez Gardeazabal

El Porce, mayo 8 del 2023