En el fondo para Nariño no hay ni cariños ni reconocimientos ni contemplaciones Audio: https://www.spreaker.com/episode/de-derrumbe-en-derrumbe-cronica-799-de-gardeazabal-15-01-2024–58304982 La única carretera que desde hace 100 años lleva de Popayán a Pasto va a volver a quedar interrumpida. Un informe del alcalde de Rosas, del que se hizo eco la oficina de prensa del Invías, pero no el gabinete
En el fondo para Nariño no hay ni cariños ni reconocimientos ni contemplaciones
La única carretera que desde hace 100 años lleva de Popayán a Pasto va a volver a quedar interrumpida.
Un informe del alcalde de Rosas, del que se hizo eco la oficina de prensa del Invías, pero no el gabinete presidencial, nos ha puesto en alerta que en inmediaciones del sitio donde se presentó hace más de un año el gran derrumbe que mantuvo aislado a Nariño (y al Ecuador) del resto de Colombia, está a punto de repetirse y, de pronto, en mayor magnitud según alguno de los conocedores del terreno.
Pero lo grave no es que la batalla contra la naturaleza se haya perdido otra vez o que las soluciones que en su ignorancia geográfica terminaron hallando en el gobierno nacional hayan sido equivocadas.
Lo grave es que los problemas que ocasiona esa falla geológica y la falta de una carretera de 5 G, tampoco se han previsto ni mucho menos corregido. No olvidemos que lo que más falta hizo durante los meses que estuvo interrumpida la carretera fue el combustible.
La solución no resultó válida importándolo del Ecuador, pero la más factible, tampoco apareció. Hace 55 años Nariño pedía una refinería en Tumaco porque creían que el petróleo del Putumayo era la panacea.
Ahora hay que volver a pensar en ella. Puede ser una opción factible si se hace para las necesidades del sur y no se piensa en macro sino en su justa medida.
Habilitar el puerto para que siguiendo la táctica energética de Petro importar el combustible, debería haber sido una prioridad. Ni lo fue ni lo será. Como tampoco lo fue una carretera de verdad que una a Pasto y Popayán por otra ruta, como se había considerado.
En el fondo para Nariño no hay ni cariños ni reconocimientos ni contemplaciones desde cuando hace 200 años Agustín Agualongo no apoyó a los ejércitos libertadores.
Desde entonces el país volvió un cuento pastuso su responsabilidad en ayudar y vincular más estrechamente a esos compatriotas caprichosos, pero quizás más inteligentes que los gobernantes santafereños.
Gustavo Álvarez Gardeazábal
El Porce, enero 15 del 2024
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