Hace muchos años, tal vez demasiados pero suficientes para aún acordarme, cuando nos tocaba estrenar ropa no podíamos ponérnosla apenas llegara del almacén, del sastre o de la modista. Teníamos que esperar que la lavaran para que encogiera y luego sí medírnosla para hacerle los dobladillos a las mangas, No se había impuesto la técnica
Hace muchos años, tal vez demasiados pero suficientes para aún acordarme, cuando nos tocaba estrenar ropa no podíamos ponérnosla apenas llegara del almacén, del sastre o de la modista. Teníamos que esperar que la lavaran para que encogiera y luego sí medírnosla para hacerle los dobladillos a las mangas, No se había impuesto la técnica de la sanforización en las telas de algodón con las que se hacían esas prendas. Ahora cuando todas son sometidas previamente al encogimiento controlado y comprensivo en el tejido, nadie usa la palabra “sanforizado” pero la idea sigue vigente porque hay mucha gente de la vida pública que hagan lo que hagan, no se encogen así terminen haciendo el ridículo. Ejemplos abundan en la vida nacional. Recordarlos o enumerarlos puede ser un divertido entretenimiento para estos días de inacabable cuarentena.
Tres personajes sanforizados escogerían sin duda alguna los colombianos si les preguntaran por quienes simbolizan esa idea que encierra imperturbabilidad, desprecio absoluto por el qué dirán y frescura mayúscula para no aparecer como responsables ni de su manera de actuar ni de las consecuencias que a favor o en contra les significan ellas en sus vidas. Esos tres personaje sanforizados son tres políticos que curiosamente por estos días se proyectan como candidatos presidenciales: los senadores Roy Barreras y Gustavo Petro y la vicepresidente Marha Lucía Ramírez y aunque en su accionar difieren casi completamente el uno del otro, se identifican plenamente en que no se encogen ni por lo que dicen ni por lo que hacen ni por lo que pueden decir de ellos.
Nadie ha sido más sábalo que Roy para deslizarse con desconcertante comodidad de un partido a otro, de una idea a la opuesta. Nadie iguala a Petro para no oír los epítetos que le endilgan o hacerse el que no ve ni oye los videos o las acusaciones que le hacen y nadie supera a la hablantinosa Martha Lucía para decir las cosas que dice en los momentos y circunstancias en que no debe decirlas. Ninguno de ellos se encoge. Son sanforizados.
Gustavo Álvarez Gardeazábal
El Porce,febrero 17 2021
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