CRÓNICA DE GARDEAZÁBAL, EL HIJO DEL CHOFER

CRÓNICA DE GARDEAZÁBAL, EL HIJO DEL CHOFER

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=U8UQqEcXSRs El domingo son las elecciones en Cataluña. En medio de la pandemia y de las escandaleras de corrupciones destapadas que revientan por toda España y en circunvoluciones sobre los partidos políticos, esta elección ya no parece asustar tanto a los que creyeron hace unos años que Cataluña se iba a independizar de España.

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El domingo son las elecciones en Cataluña. En medio de la pandemia y de las escandaleras de corrupciones destapadas que revientan por toda España y en circunvoluciones sobre los partidos políticos, esta elección ya no parece asustar tanto a los que creyeron hace unos años que Cataluña se iba a independizar de España.

La fragmentación de los partidos independentistas y el crecimiento inusitado de los socialistas de Sánchez al llevar como su candidato a la Generalitat al hasta hace un mes ministro de salud, el señor Illia, ha bajado un poco la temperatura. Y como, además, los líderes de los partidos independentistas procesados y condenados por la justicia por rebelión están gozando de libertad provisional pues ya han cumplido al menos 3 años de cárcel, las elecciones del domingo no tienen ese dramatismo que acompañaba a las anteriores.

Sin embargo, si uno mira desde lejos el mundo catalán luego de haber leído el interesantísimo libro “El hijo del chofer”, que narra de una manera prodigiosa los entramados de la corruptela barcelonesa de los últimos 40 años, la botija cambia de mano. El libro de Jordi Amat toma, con nombres propios, la historia del periodista Alfons Quintá, que llegó a tener altísimo prestigio por las épocas en que Jordi Pujol ganaba las elecciones y llenaba sus arcas familiares en Andorra con las comisiones que cobraba por los contratos de la Generalitat.

Como tal, entonces, se mete a deshilvanar a Quinta, que es el hijo del chofer del patriarca humanista José Plá y a través de él ve toda la corruptela de la plutocracia catalana, sus vicios, sus defectos, sus pocas virtudes, y hasta su falta de humor. Por supuesto Quintá es un personajón de novela y por tal razón esta  biografía, quizás ficcionada, pese a semejante paisaje tan cargado de podredumbre empresarial y política, va ganando interés para el lector que no ha vivido jamás en España y no sabe nada de los intríngulis de ese país siempre dividido, siempre a punto de entrar en otro conflicto.

Quintá es el ejemplo de muchos periodistas que por estas tierras americanas y colombianas han existido y seguirán existiendo repitiendo verticales subidas, estrepitosas caídas y silenciosos retiros. Lo que pasa es que Quintá es tan personaje de novela, que termina, como sucedió en la vida real, pegándose un tiro y el libro entonces se vuelve para quien lo haya leído, una tentación al sicoanálisis. Como el que habrán de hacerse muchos españoles el lunes luego de las elecciones catalanas.

Gustavo Álvarez Gardeazábal

El Porce, febrero 11 2021

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